El sol allá arriba by Clara Cortés

El sol allá arriba by Clara Cortés

autor:Clara Cortés [Cortés, Clara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Juvenile Fiction, Horror, General, Fantasy & Magic, lesbian, franquismo
ISBN: 9788419478184
Google: CNjVEAAAQBAJ
editor: La Galera
publicado: 2023-09-17T23:00:00+00:00


EL CUERPO DE TERESA SE DESHACE en la bañera. Su piel se desconcha como lo hace la pintura de los cuadros antiguos o la porcelana fina; sus músculos, siempre ocultos, se rajan como sacos de grano y se derraman por el interior de la leche que no es leche, que solo lo parece y que huele como a rosas. Los huesos le duelen, aunque es un dolor que Teresa no conoce y que confunde con placer, así que cierra los ojos y gime sin saber que se está transformando. Cuando separa los dientes, el líquido le recorre toda la boca y, como una ayuda, empieza a tirar de dentro y saca plumas y plumas de su interior.

Un carrito con fruta aparece a su lado en algún momento. Teresa lo mira distraída, perdida y nublada. Una gran fuente llena de pequeñas pepitas rojas espera a que alargue los dedos y coja una; se ha plantado ahí con arrogancia, con descaro, tentadora. Pero ella no la acepta. Alguien le dijo una vez que no comiera aquí abajo y, aunque esta fruta es de Oro, ha aprendido a perder el hambre. No acepta pruebas, ni manzanas, ni granadas. Teresa no come corazones. Por eso ignora la comida, cierra los ojos y hunde la cabeza en el agua; la leche le cubre el pelo y se mete por sus lagrimales, oídos y fosas nasales hasta llenarla entera, y la boca sigue abierta porque las plumas salen más y más y más.

Cuando parece que está vacía y tiene los huesos huecos, como los de los pájaros, alza los brazos y rompe el agua y consigue respirar.

Teresa saca la cabeza y sigue en esta última habitación y, al mirar a su alrededor, por fin se da cuenta de que ya ve bien. De que, por fin, tras tanto tiempo, sus ojos se han adaptado a este mundo.

Y se da cuenta de que las cosas que ha visto —la cocina y la cena y la hoguera y el barrio y las estatuas— no eran lo que ella creía y que debe muchas disculpas.

Se arrastra fuera de la bañera. Unas alas cuelgan sueltas de su espalda y sabe que siempre han estado allí, que ha soñado con ellas muchas veces.

Que son suyas y que lo eran originalmente y que siempre las ha tenido escondidas dentro de los omóplatos, en los bolsillos.

Las abre.



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